Después del rechazo inicial de Fermina, la novela nos transporta a los años que pasa junto a Juvenal Urbino. Su matrimonio, que al principio parece ser la conclusión de una elección racional, pronto se enfrenta a las realidades de la vida en pareja. No se trata de un amor apasionado, sino de un amor que logra sobrevivir a la rutina, a las costumbres y a los problemas inevitables de la vida conyugal. Uno de los momentos clave de la historia se produce cuando Juvenal Urbino, de manera breve pero significativa, tiene un desliz con una paciente llamada Bárbara Lynch. Aunque Fermina nunca lo confronta abiertamente, el distanciamiento emocional entre ellos se vuelve cada vez más palpable. Así, lo que parecía ser un matrimonio inquebrantable se transforma en una relación marcada por silencios, resentimientos ocultos y una convivencia sustentada más en la costumbre que en el genuino deseo de estar juntos.
Mientras tanto, la vida de Florentino Ariza sigue su propio rumbo. Aunque su amor por Fermina permanece firme en su mente, su cuerpo se entrega a los encantos de numerosas amantes a lo largo de los años. Lo sorprendente —y a la vez perturbador— es la cantidad de relaciones que establece, cada una con sus peculiaridades. Su vínculo con Olimpia Zuleta es uno de los más trágicos: ella, casada, se enamora de él, solo para que su esposo, al descubrir la infidelidad, la asesine. Otro romance notable es el que mantiene con la viuda de Nazaret, quien lo acoge con una ternura casi maternal. Sin embargo, quizás lo más inquietante sea su relación con América Vicuña, una niña de apenas 14 años a quien, siendo ya un hombre mayor, toma bajo su protección con la promesa de cuidarla y educarla. Esta relación es profundamente cuestionable, pues, aunque él se convence de que actúa por amor, en realidad revela un abuso de poder y una distorsión de lo que verdaderamente significa amar.
En este momento de la novela, queda evidente que Florentino Ariza ha edificado su existencia en torno a la espera, una espera que, sin embargo, no es pasiva. Aunque se niega a olvidar a Fermina, ha buscado momentos de placer y compañía en numerosas mujeres, aunque ninguna logre igualar la imagen idealizada que guarda de su primer amor. A pesar de su declarado compromiso emocional, su vida está repleta de contradicciones.